16/02/2025 - Los niveles más altos de estos compuestos se localizaron en áreas cercanas a actividades agropecuarias y urbanas
Detectan contaminantes emergentes en el Río Salado y efluentes de Santa Fe
Un estudio realizado por la UNL y el CONICET identificó la presencia de antibióticos, pesticidas y antiparasitarios en aguas del río Salado y sus efluentes.
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Por Redacción Rafaela Noticias
Un equipo de investigación de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y el CONICET ha identificado contaminantes emergentes en muestras de agua del río Salado y efluentes provenientes de zonas urbanas y rurales de la provincia de Santa Fe. El análisis de 23 sustancias reveló la presencia de antibióticos, pesticidas y antiparasitarios, lo que genera preocupación por los posibles impactos ambientales y los riesgos para la salud pública.
El estudio, realizado por el Laboratorio de Desarrollo Analítico y Quimiometría de la FBCB, en colaboración con otras instituciones, determinó que sustancias como la ciprofloxacina, enrofloxacina y el insecticida clorpirifos-metilo se encontraron en concentraciones elevadas en el río. Además, se detectaron altos niveles de diazepam, un ansiolítico, y de levamisol, un antiparasitario. En los efluentes, los antiparasitarios albendazol y fenbendazol, así como el insecticida tiametoxam, fueron los más prevalentes.
Los niveles más altos de estos compuestos se localizaron en áreas cercanas a actividades agropecuarias y urbanas, lo que sugiere un origen humano. La investigación también evaluó los riesgos ecológicos y determinó que la ciprofloxacina es particularmente peligrosa para las bacterias, cianobacterias y algas, mientras que el diazepam y el clorpirifos-metilo resultaron ser altamente tóxicos para los crustáceos y peces. Este hallazgo podría estar vinculado con la mortandad de peces en ciertos sitios de muestreo.
Respecto a la salud humana, el estudio reveló que los lactantes son el grupo más vulnerable a la exposición a estos contaminantes. Los niveles de ingesta diaria estimada son más altos en niños pequeños que en adultos, lo que plantea preocupaciones sobre los efectos a largo plazo, especialmente en términos de desarrollo y enfermedades.
Este hallazgo resalta la urgencia de implementar regulaciones más estrictas para el monitoreo y control de contaminantes emergentes, en especial en Latinoamérica, donde aún no existen normativas claras al respecto. En Europa ya se cuentan con directrices específicas para controlar estos compuestos, pero en Argentina la información es fragmentada. Los investigadores instaron a fortalecer los programas de monitoreo de la calidad del agua y a diseñar políticas ambientales que protejan tanto la salud humana como la biodiversidad acuática.
"Es esencial seguir investigando sobre estos contaminantes y generar mapas que registren su presencia, lo que permitirá desarrollar estrategias de remediación más efectivas", destacó Carla Teglia, investigadora principal del estudio.
Un equipo de investigación de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y el CONICET ha identificado contaminantes emergentes en muestras de agua del río Salado y efluentes provenientes de zonas urbanas y rurales de la provincia de Santa Fe. El análisis de 23 sustancias reveló la presencia de antibióticos, pesticidas y antiparasitarios, lo que genera preocupación por los posibles impactos ambientales y los riesgos para la salud pública.
El estudio, realizado por el Laboratorio de Desarrollo Analítico y Quimiometría de la FBCB, en colaboración con otras instituciones, determinó que sustancias como la ciprofloxacina, enrofloxacina y el insecticida clorpirifos-metilo se encontraron en concentraciones elevadas en el río. Además, se detectaron altos niveles de diazepam, un ansiolítico, y de levamisol, un antiparasitario. En los efluentes, los antiparasitarios albendazol y fenbendazol, así como el insecticida tiametoxam, fueron los más prevalentes.
Los niveles más altos de estos compuestos se localizaron en áreas cercanas a actividades agropecuarias y urbanas, lo que sugiere un origen humano. La investigación también evaluó los riesgos ecológicos y determinó que la ciprofloxacina es particularmente peligrosa para las bacterias, cianobacterias y algas, mientras que el diazepam y el clorpirifos-metilo resultaron ser altamente tóxicos para los crustáceos y peces. Este hallazgo podría estar vinculado con la mortandad de peces en ciertos sitios de muestreo.
Respecto a la salud humana, el estudio reveló que los lactantes son el grupo más vulnerable a la exposición a estos contaminantes. Los niveles de ingesta diaria estimada son más altos en niños pequeños que en adultos, lo que plantea preocupaciones sobre los efectos a largo plazo, especialmente en términos de desarrollo y enfermedades.
Este hallazgo resalta la urgencia de implementar regulaciones más estrictas para el monitoreo y control de contaminantes emergentes, en especial en Latinoamérica, donde aún no existen normativas claras al respecto. En Europa ya se cuentan con directrices específicas para controlar estos compuestos, pero en Argentina la información es fragmentada. Los investigadores instaron a fortalecer los programas de monitoreo de la calidad del agua y a diseñar políticas ambientales que protejan tanto la salud humana como la biodiversidad acuática.
"Es esencial seguir investigando sobre estos contaminantes y generar mapas que registren su presencia, lo que permitirá desarrollar estrategias de remediación más efectivas", destacó Carla Teglia, investigadora principal del estudio.